¿COMO PENSAR EL CUERPO DEL NIÑO COMO PARLÊTRE?
_Cristina Drummond

El niño, tal como la mujer, es síntoma de otro cuerpo, y no tratamos lo real del goce del niño sino a través de los falsos agujeros. Un niño psicótico puede real-lizar lo simbólico.

Tales formulaciones no podrían ser construidas sin el concepto de parlêtre, en tanto implica que más allá del inconsciente, el sujeto tiene un cuerpo y que lo real es tomado fuera del sentido y de la relación con el saber.

Sin embargo, me parece que tenemos que tomar en consideración que ese concepto se presenta mucho más como una orientación de la clínica con niños en dirección a lo real que como una posibilidad de construcción del sinthoma tal como lo encontramos en Joyce. Esto porque, tal como nos propone Jaqueline Dhéret, el niño inventa el inconsciente frente a lo que escapa a lo simbólico, al tiempo que el "adolescente nos enseña que lo sexual, para el ser hablante debe ser sintomatizado"[1].

Esta preciosa observación nos dice que la infancia es el tiempo del síntoma, índice del sujeto articulado al inconsciente y que el sinthoma implica un trabajo de construcción de borde a la falta estructural de la relación sexual. En la infancia basta con la distinción significante entre lo masculino y lo femenino articulada a una radical identidad, ya que ambos son el falo. En el ámbito de la "totalidad fóbica de la infancia"[2], según la bella expresión de Daniel Roy, el sujeto quiere la promesa de la templanza del goce. El encuentro perturbador con el goce hétero que Hans encuentra es tratado por el síntoma fóbico y por la dirección al padre. Así, aquello que es sin sentido y fuera del campo del saber parece hallar un alojamiento. Por otro lado, si tomamos el sinthoma como acontecimiento de cuerpo, formulado así, nos permite aplicar el concepto a soluciones mucho más primitivas como el autismo y sospechar que no todo el goce se encuentra metaforizado.

Esta orientación clínica del niño en dirección a lo real ya estaba presente en el trabajo de Rosine y Robert Lefort, quienes centraron su obra en el tratamiento de sujetos para los cuales el Otro no existe. Rosine lo dice de un modo muy claro "lo infantil es la estructura, o sea, el efecto del significante en la constitución del sujeto del inconsciente; (al tiempo que) lo femenino, es el Otro goce, o sea, un goce no todo fálico"[3]. Si la infancia enfrenta el deseo de la madre, posteriormente tendrá la chance de enfrentar el goce femenino.

Los usos que Lacan hizo de la topología, sobre todo de los nudos articulando el concepto de anudamiento y de toro, para pensar el cuerpo, fueron fundamentales en el trabajo de teorización de la clínica con niños que ellos promovieron. Los Lefort pudieron hacer evidente una clínica del Uno solo, del autismo de goce que posibilitó que la clínica con niños se desprendiese del apego a la imagen y buscase pensar el cuerpo en su relación con lo real.

Comentando el caso del niño-lobo que intenta efectuar una castración en lo real, Rosine Lefort propone "como función del Nombre-del-Padre esa posibilidad de tener un cuerpo". Y agrega que "tener un cuerpo no puede querer decir sino tenerlo por el Otro en el significante; el cuerpo es el significado de ese significante que Lacan llamo punto de basta. En ese sentido, la forclusión del Nombre-del-Padre es la separación radical de lo real del cuerpo y del significante del Otro. Lo real del cuerpo no es, en ausencia de todo saber en el Otro (S2), algo perdido, sino algo que va en dirección al vacío en una perspectiva de continente-contenido, con efecto de vaso comunicante entre el sujeto y el Otro: todos los contenidos del cuerpo, productos, órganos, están al servicio del goce del Otro"[4]. Aprendemos así que el cuerpo del psicótico no es vaciado de libido y el sujeto no puede escapar a la voluntad de goce del Otro. El cuerpo y el goce no se separan. El goce no se encuentra localizado en una construcción fantasmática y se desliza a la deriva.

Miller, al comentar ese episodio del tratamiento del niño-lobo refiere que la estructura significante funciona y que el niño está en relación con la exigencia de una pérdida y de una declinación. Esa necesidad funciona, pero él se esfuerza en traducirla en términos de real por un proceso que parece inverso al proceso de simbolización. Se trata no de una "realización simbólica, sino de una real-lización (réelisation) de lo simbólico"[5]. Hay aquí un uso de los registros enlazados que busca un anudamiento del cuerpo como dirección del tratamiento.

Las lecturas de Lacan sobre el yo ideal, i(a), del cuerpo como forma, en la que prevalecía lo imaginario en su manera de concebir el cuerpo, y luego, sobre el Ideal del yo, I(A) como punto simbólico introducido en el espejo, fueron caminos que antecedieron su lectura del cuerpo como sinthoma. Si en la primera formulación el Uno viene de la totalidad de la imagen, en la segunda el Uno viene del significante. Lacan, en su enseñanza, construye el estadio del espejo como un aparato privilegiado para localizar lo pulsional en el cuerpo considerando lo simbólico y lo imaginario

Solo más adelante Lacan hace una articulación del cuerpo con lo real estableciendo una oposición entre la axiomática del goce y la del lenguaje y, yendo más allá del inconsciente estructurado como un lenguaje, lo considera a partir de un real sin ley, haciendo aparecer más allá de la cadena significante la lengua particular de cada hablanteser. Lacan hace del agujero la característica principal de lo simbólico y usa la estructura topológica del nudo borromeo para definir al hombre como un bricolaje de las dimensiones de los Real, de lo Simbólico y de lo Imaginario, haciendo del nudo mismo el soporte del sujeto.

En el seminario RSI desdobla el concepto de Nombre del Padre entre el padre como nombre, el significante Nombre del Padre, de otra función, la del padre que nomina. Un padre que n´homme, como el escribe. Esa función de nominación proviene de un acto. ¿La nominación sería solo simbólica, tal como aparece en la Biblia, o sería real? El nombre del Padre puede operar y mantener los tres registros juntos en la medida en que alguien encarne esa función de nominación. Ahora la contingencia está mucho más en cuestión que antes cuando teníamos la primacía de lo simbólico. El Nombre del Padre, en el Seminario 23, deja de ser una función únicamente del campo de lo simbólico y es extendido a los tres registros que pueden ocuparse de sustentar ese lugar. La lectura de la psicosis pasa a incluir de otra manera el registro de lo real que no está articulado al saber y está excluido del sentido. Ahora lo real no es tomado sólo como la instancia donde retorna lo que fue forcluído de lo simbólico, sino como un real sin ley que hace del Nombre del Padre un artificio a ser utilizado.

El uso del nudo demuestra el esfuerzo de Lacan por pensar lo simbólico fuera de una referencia al Otro, y al mismo tiempo es una reformulación de la estructura del Otro como condición de la propia experiencia psicoanalítica. Lacan lo indica en RSI: "si hay un Otro real, no está en otra parte más que en el propio nudo, y es por eso que no hay Otro del Otro".

Para nosotros que trabajamos con niños interesa pensar que un sinthoma lleva tiempo para constituirse. El sinthoma que Joyce encuentra en sus epifanías no es el mismo que cuando escribe Finnegans Wake. También Gide tiene la oportunidad de rehacer su lazo con la vida perdiendo algo de su posición mortificada de la infancia. Si nadie es un cuerpo, tenerlo implica siempre la posibilidad de que sea perdido.

El verdadero agujero sería aquel que Lacan inscribe entre real e imaginario, evidencia de que no hay Otro del Otro. En ese sentido me parece fundamental la indicación clínica de Eric Laurent de que se puede alcanzar lo real del goce a través del sentido, a través del cuerpo y que es de esa manera como se opera en el análisis con niños. Según él, "en el niño se va a lo real a través del sentido, del circuito pulsional y de lo que Lacan llamó de falsos agujeros, que son el principio de placer, la inhibición, el fantasma"[6].

Es la indicación de un camino que puede llevar a la construcción de un sinthoma y de un cuerpo como consistencia. Es lo que tendremos que verificar en cada caso.

Cristina Drummond, AME, miembro EBP/AMP
Belo Horizonte, Brasil

NOTAS

  1. Dhéret J., "L'adolescence est traumatique", La petite girafe n. 20, Paris, Institut du Champ Freudien, dezembro 2004, p.112.
  2. Roy D., "Proteção da adolescência", em: Mental n.23, Quel avenir pour l'adolescence?, Paris, diffusion Seuil, dezembro de 2009, pg 54.
  3. Lefort R. et R, "L'analyse : l'infantile et le féminin" , em La cause Freudienne n. 66, p. 99.
  4. Lefort R., "Un pas de plus", em Analytica 45, p.10.
  5. Miller J-A, "La matrice du traitement de l'enfant loup", em La cause Freudienne n. 66, p. 149.
  6. Laurent E. Coloquio-seminario sobre el Seminario 23 de J. Lacan, EOL Grama, 2007, p. 77.