EL REGISTRO IMAGINARIO: LACAN Y EL ESTADIO DEL ESPEJO
_Inês Seabra Abreu Rocha

Nueva red CEREDA Brasil
Instituto de Psicoanálisis y Salud Mental de Minas Gerais
Núcleo de investigación en Psicoanálisis con niños.

La problemática de la constitución del yo está presente desde los tiempos inaugurales del psicoanálisis. A partir de la lectura de los textos freudianos, retomando el artículo Introducción al Narcisismo[1] Lacan avanza en sus investigaciones de la subjetividad humana al elaborar el registro imaginario. Según Miller (1987)[2] el psicoanálisis nos muestra que el lenguaje preexiste al sujeto, que, como no existe previamente, tendrá que constituirse. Introducir la dimensión imaginaria en la experiencia analítica fue la novedad de la enseñanza de Lacan.

El Estadio del Espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia analítica es el texto donde Lacan (1998)[3], causado por el debate de su época con filósofos, psicólogos y científicos, formaliza la constitución del yo y la vida psíquica inscribiéndolas en una vertiente diferente de la condición neurológica humana y contrariando la tesis de una constitución del yo fundada en actividades neurocerebrales. Lacan demostró con la experiencia del Estadio del Espejo la incoherencia de suponerle al bebé un yo establecido apenas por las funciones biológicas.

A diferencia de los demás animales, el bebé humano "con inteligencia instrumental inferior a la del mono"[4] consigue reconocerse frente a su imagen especular mucho antes de la adquisición de una coordinación motora satisfactoria para su subsistencia. El Estadio del espejo, que ocurre entre los seis y los dieciocho meses del bebé, fue constituido como un momento revelador: la primera etapa de subjetivación humana consiste en reconocer que "el yo es un otro", una extraña y familiar imagen de sí.

Para Lacan (1998)4 el bebe, habitado por pulsiones autoeróticas que lo fragmentan, adquiere una unidad corporal al verse en el espejo: lo que antes era caótico se vuelve una unidad. La imagen que ve reflejada anticipa la noción de totalidad, él asume esa imagen como si fuese la de él mismo (ideal del yo). El ideal del yo tendrá su matriz en la asunción de la imagen especular por el infans, surgiendo allí una matriz simbólica en tanto se realiza una operación de sustitución.

La enseñanza de Lacan señala una paradoja al incluir la lógica especular: el reconocimiento de sí tendrá su origen en un desconocimiento, la constitución subjetiva implica la inscripción de una alteridad, es decir, se inscribe en la relación del sujeto con el Otro.

A partir de éste elemento se introduce toda la dimensión paranoica de la existencia humana observada por Lacan, "ya que para ser cuerpo, yo mismo como unidad, debo asegurarme el consentimiento de ese Otro, que no concierne sino a mi imagen"[5](ATTIÉ, J., 1987, p.21).

De ese modo, el yo también se torna fruto de una alienación ya que la imagen asumida no se corresponde con la vivencia de fragmentación. Al asumir esa imagen, el bebé ratifica su dependencia del Otro. Será en la mirada del Otro que el niño va a encontrar una confirmación de aquello que ve en el espejo. A partir de entonces, el bebe, con el espejo de la mirada del Otro, se identifica con la imagen reflejada en aquella mirada. En este período de la enseñanza de Lacan, el cuerpo se presenta no como cuerpo real sino como imagen totalizante.

Así, el sujeto para constituirse debe alienarse en un significante que le viene del Otro, pero antes, a una imagen. Esa imagen que es asimilada por el niño será la matriz imaginaria del yo, una forma anticipada e ideal, que se tendrá como la imagen de sí mismo y sostendrá al niño por el resto de su vida. Por lo tanto, el ser humano está siempre preso y al mismo tiempo embarazado por esas imágenes constituyentes, originarias de la fantasía que el sujeto construirá.

En este primer momento de formalización de Lacan, vemos que el narcisismo está relacionado a la asunción de la unidad corporal que sucede a partir de la realización de una primera identificación: la asunción de la imagen especular. Una imagen totalizante que, al mismo tiempo que externa al sujeto, es paradojalmente constituyente sin ser constituida anteriormente. Por lo tanto, por ser constituyente prefigura un destino alienante, esa imago va a fijar al sujeto en una estructura. Como vimos, la alienación ocurre desde el inicio de la vida subjetiva. Así, para todo ser humano, el reconocimiento de sí, del cuerpo propio, bien como la adquisición de una imagen, solo podrá ser adquirida a partir del desconocimiento y de la alienación. Consecuentemente el desconocimiento de sí tiene una ligazón estrecha con la imagen y la agresividad.

Este punto fue abordado en el Esquema L[6]:

Figura 1:

En el Estadio del Espejo vemos el eje especular: el yo y la imagen del espejo, o a -> a'. Si el sujeto se encuentra fuera de ese eje podrá estar en la psicosis. En este punto, es importante considerar que la imago a pesar de ser un doble, cumple un papel de tercero, y es ahí que está toda la ambigüedad

"Más tarde Lacan insistirá sobre la falta constitutiva del doble, o sea, de esta imagen en el espejo, esto es, del propio cuerpo. S e encuentra dentro de una falta constitutiva. La imagen, lo que es visible, contiene en sí un vacío que es invisible. Tenemos aquí la primerísima referencia al falo. Es lo que llama de triple imaginario. Este falo es precisamente este tercer elemento en la relación al Otro"[7] (ATTIÉ, J.1987, p. 30)

La lógica especular lacaniana admite la idea de que antes de que el símbolo funcione como un significante o mismo como un símbolo, es preciso que pase por lo imaginario. Con el Estadio del Espejo aprendemos que el primer símbolo del ser humano es una imago ideal, la imagen especular que es externa y lo precipita en la forma de su cuerpo tanto como yo como de sujeto. La fórmula "yo soy un otro" dice de la matriz simbólica del yo.

Para continuar con sus descubrimientos y también desenvolver las consecuencias de lo que fue nombrado como matriz simbólica del yo, Lacan se refirió a los experimentos ópticos de Bouasse (1947) dando un nuevo lugar al cuerpo dentro de la teoría psicoanalítica

En esa experiencia de óptica física se coloca un florero y flores debajo de él en frente a un espejo cóncavo, para producir la imagen en el espejo del florero con las flores:

Figura 2: Esquema Óptico – Experimento de Bouasse

Al hacer uso del complicado diagrama de Bouasse (1947), Lacan resalta un hecho importante en este campo de la física: la óptica demuestra que las imágenes son establecidas por leyes, y por eso, la visión depende de un punto de vista específico. Como destaca Vodovosoff (1993), la tesis fundamental es la Ley de la Correspondencia Bi-Unívoca, que establece que la producción de la imagen de un objeto supone que a cada punto del objeto situado en el espacio real le corresponde un único punto de la imagen situada en lo imaginario.

El esquema óptico señala también la complejidad de la relación del hombre con su realidad. Esa relación es muy problemática debido a que los objetos de interés humanos no están preestablecidos o construidos: los objetos deberán ser subjetivados ya que el hombre no tiene acceso a la realidad de forma inmediata.

Es importante observar en diagrama de Bouasse (1947) que el espejo reflejará de forma invertida y desfigurada la imagen real. De allí, no hay posibilidad de que una imagen real sea una imagen completa. Esa podría ser una forma de representación del narcisismo primario. Aquí el ojo representa la posición del sujeto, y la relación entre lo imaginario y lo real va a depender única y exclusiva del lugar que el sujeto ocupa.

Sin embargo, el esquema óptico de Bouasse (1947) no fue suficiente y fue preciso agregar un espejo plano e invertir la posición del florero para que Lacan representase la inaccesibilidad de su cuerpo para el ser humano, que puede ser ilustrado con el florero en la figura 3. Así, el hombre nunca tendrá más que una aprehensión imaginaria de su cuerpo.

Figura 3:

Esquema Óptico – Esquema simplificado de los dos espejos

La posición del ojo en esta representación lacaniana es fundamental para el ingreso a lo real. Es importante destacar que ese acceso solo es posible a través de lo simbólico.

En este diagrama se agrega un nuevo espejo en el que se ancla el sujeto acreditando que su yo es una unidad. A partir de este nuevo modelo, fue posible una articulación entre las tres instancias: real, simbólico e imaginario.

De este modo, percibimos la importancia de la fase del espejo para el sujeto: cumple la función de instaurar al Otro como lugar simbólico.

Con el auxilio de los esquemas ópticos, Lacan logra demostrar que el cuerpo del sujeto solo le es accesible debido a su posición imaginaria frente al espejo.

Más allá de eso, Lacan hizo evidente que el espejo plano permite al yo su reconocimiento en la imagen del otro estableciendo así la proyección del yo ideal.

El psicoanalista testimonia la invención de ese Otro que provee imágenes para el sujeto, imágenes de las que tendrá que separarse, captura imaginaria que el sujeto dejará caer en el transcurso de su análisis.

Traducción: Silvina Rojas

REFERENCIAS

  1. ATTIÉ, J. Transcripción – La cuestión de lo simbólico. Salvador: Editora Fator, 1987.
  2. BOUASSE, H. L'optique et photométrie dites géometriques. Paris: Delagrave, 1947. p. 87.
  3. FREUD, S. Introducción del Narcisismo. Obras Completas Tomo XIV Ammorrortu, Bs.As. 1989
  4. FREUD, Sigmund. Psicología de las masas e análisis del yo y otros textos (1920-1923). Cap.7: La identificação. Obras Completas. Bs.As. 1989
  5. LACAN; J. "El estadio del espejo como formador de la función del yo" Escritos Ed Siglo XXI Bs.As.1988
  6. LACAN, J. Observación sobre el informe de Daniel Lagache: "Psicoanálisis y estructura de la personalidad". Escritos Siglo XXI Bs.As. 1998. 653.
  7. VODOVOSOFF, A. Considerations sur la foule et moi par raposé à l'idéal et le desir. Dissertação de Mestrado. Paris, 1993.