CON ALEJANDRO
_Marcela Errecondo

Portada del libro "La dignidad del niños analizante"

El 10 de noviembre de 2018 se realizaron las Jornadas anuales del ERINDA Miedos y violencias. ¿Cómo responde el sujeto? Alejandro Daumas estaba invitado a la presentación de su libro: LA DIGNIDAD DEL NIÑO ANALIZANTE. Su lamentable ausencia no nos impidió dialogar con él. Esta fue la presentación y comentario.

Apenas se editó el libro de Alejandro pensamos en presentarlo y lo invitamos para hacerlo en nuestras jornadas.

Así que yo pensé que dialogaríamos sobre lo que había escrito.

Lamentablemente no ha podido ser así. Pero creo que esto no impide dialogar con su escrito y de esta manera que esté entre nosotros en el ERINDA.

Muchos de ustedes saben del lazo que nos unía con Alejandro Daumas, de su deseo vivo de transmitir de una manera nueva lo que el psicoanálisis nos enseña.

Este libro nos habla.

Sus reflexiones e interrogaciones toman al niño actual, aquel que está bajo el sintagma de Comandatuba en donde el objeto ‘a’ tiene supremacía sobre el ideal. Pero además de evidenciar su curiosidad y su constante búsqueda, su amplia cultura de lector, este libro da cuenta de su lazo con la Escuela. A cada paso conversa con los colegas de la EOL compañeros en tantas actividades y debates, en donde al convocarlos por medio de las citas y referencias encontramos lo que es la trasferencia de trabajo a la Escuela.

No son citas o referencias repetitivas, sino que vemos como cada una le ha permitido hacer un despliegue. En efecto, así eran las presentaciones de Alejandro cuando lo escuchábamos.

Este libro recorre muchos temas:

-Bajo el título: ‘El niño como objeto ‘a’ liberado’, Alejandro comienza diciendo ‘la infancia es una pesadilla’, para referirse a los efectos de la evaluación, la planificación, el control, la maximización, que tiene su contracara en el fracaso escolar, el ADD, el autismo, la patologización de la infancia.

‘El niño es consagrado a ser un objeto, no solo de la pedagogía y el derecho, sino del saber de la ciencia. Si bien ninguno de estos ‘saberes’ totalizan la idea de niño, cada uno de ellos pretende ser, como lo muestro, una forma de tratar lo real que se encuentra suelto en cada campo.’

Despliega entonces, el ‘niño como objeto de goce’, desde el perverso polimorfo freudiano, al lugar del niño en los síntomas de la infancia, ubicándolos en dos direcciones:

1.en relación al Otro materno, y 2. Como un anudamiento, el síntoma como letra y suplencia.

Estos dos ejes pueden cubrir las redistribuciones clínicas, las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño. Podríamos decir lo actual y lo clásico.

Menciona entonces, algunos aspectos del niño como objeto ‘a’ liberado

  • el niño, puede ser un objeto de lujo o bien un objeto desecho
  • ahí en donde se rechaza la división subjetiva, la castración, se deja al niño solo como producto de la biología
  • los niños yoicos, alienados a lo imaginario, que actúan de manera loca imparable’, que ‘no logran armar una relación al Otro ni con otros, pero quieren ser reconocidos por el Otros todo el tiempo’, lo que nombrará como los ‘embrollos del narcisismo del Uno’
  • las conductas de errancia: bullyng, fracaso o maltrato

Como se puede apreciar Alejandro hace triadas de significantes y tiene un capitulo llamado ‘Tres’.

Se pregunta entonces: ¿Cómo puede contribuir el analista para evitar el destino de desecho? Responde:

  • situar lo real en este imaginario invasor hecho de ficciones pret-a-porter
  • permitirle leer este real
  • tener en cuenta cómo el niño se inscribe en el malestar y lo agujerea
  • apostar al síntoma, 1. Porque el síntoma supone la castración, 2. Porque el síntoma es una respuesta a la desmentida frente a lo real y 3. Porque el síntoma hace lazo.

“Propiciar el síntoma es la solución orientadora en toda cura”.

Correlativamente sitúa al analista como analista síntoma, ya que es él quien le permitiría este recorrido ofreciéndole al niño ‘otro orden de credibilidad ligado al síntoma’.

De esta manera, presenta al ‘Niño y sus goces’, pero hace al niño responsable de construirse un antidestino.

‘El psicoanálisis propone vivir la pulsión de una manera compatible con la vida’.

La responsabilidad está en términos de elección: la elección que implica un consentimiento a que el significante negativice el goce.

Indaga entonces sobre la insondable decisión del ser, señalando que la decisión es consentimiento, pero también respuesta ante el encuentro con lo real: ‘’El niño frente al interrogante del goce no tiene más remedio que inventar un saber’’… con el psicoanalista puede construirse un antidestino que le permita no estar abonado al goce del Otro y cernir su propio síntoma, sus propias marcas con las que elaborar un saber.

‘Pero, además, tomando al sinthome como un ciclo de saber-goce a partir de un acontecimiento de cuerpo, es posible para el analista intervenir antes de que los efectos de repercusión en el cuerpo hayan tomado forma.’

De ahí la nueva triada que propone: ‘Destino. Estilo. Singularidad’

El síntoma como respuesta al discurso parental, corrige y repara el lugar del niño, es creativo, singular de un decir, de un hacer, de un acto, que es ruptura con su destino de novela familiar. Y es singular porque el estilo no se imita, no se enseña, no se aprende.

Entonces Alejandro, plantea que ’orientarse por el síntoma en la práctica con niños es ofrecerse a resolver el goce doloroso por la vía del sentido”. Recuerda una orientación ‘Dejar al niño hacer su neurosis tranquilamente’, asegurarle su ficción para que opere sobre el goce. Pero no deja de señalar una indicación de J-A Miller: ‘Quedarse en esto es chato, hay que mantener un relieve, una opacidad que le permita traducir cierto pathos del cuerpo”.

Por todo esto Alejandro dirá, ‘la práctica con niños es un lugar de invención.’

Hay muchos temas interesantes que dejaré que los descubran como por ejemplo acerca de la sublimación como otro medio de producción de un anclaje ficcional del sujeto, anclaje de goce del cuerpo o anclaje en el Otro del significante, para sostener un anudamiento.

‘La sublimación posibilita una implicación mayor en lo real y por lo tanto singular al inventar un saber.’

Otro punto interesante es ¿Cómo surge la sesión analítica en el psicoanálisis con niños? En donde se interrogar sobre la ’regla analítica’ y la ’técnica’.

Alejandro desplegará aspectos del encuentro entre Juanito y Freud, el lugar del padre, Freud como Otro del padre: lugar de la palabra, ya que ahí eran depositadas las cartas que enviaba el padre contando lo que decía Juanito.

No deja de abordar la interpretación que incide en el goce-sentido, los nudos, la construcción fantasmática de una ficción con la que se pueda responder al goce más allá de la identificación edípica.

Como señalé anteriormente, este libro está situado en nuestra época, época del rechazo del inconsciente, de la soledad globalizada de los niños y adolescentes. Alejandro aborda “el goce Uno que sostiene al individuo y promueve las enfermedades del lazo, da cuenta de un goce no mediado por el fantasma”.

EL lugar y función de los dispositivos electrónicos y el imperio de las imágenes, que son índice del cambio de civilización, nos conducen a otras triadas: ‘Soledad. Ficciones. Pantallas’ y ‘Mirada. Voz. Congelamiento del deseo.’

Para terminar, diré que Alejandro plantea la tesis de una ‘Crisis de la lengua’ articulada al Otro cuya consecuencia es que se recurre al Otro como portador de un saber, lo que produce un sufrimiento manifiesto de los niños y adolescentes debido al orden simbólico en mutación. Dice entonces: ‘Esto nos conduce a una reconstrucción radical de la triada lacaniana RSI.’

¡Gracias Alejandro por dejarnos este plan de trabajo e investigación!