EDITORIAL

¡El horizonte de IX ENAPOL está cada vez más próximo!

Y Rayuela, en consonancia, dedica apasionadamente este nuevo número a “Las pasiones de los niños y jóvenes hoy”.

El tema de las pasiones atraviesa toda la enseñanza de Jaques Lacan. Aludiendo a lo vivo, establece un lazo entre pensamiento y afecto que no es de oposición sino de nudo. Las “pasiones del ser” se inscriben en ese momento de su enseñanza en el que define al sujeto del inconsciente como falta en ser, y la pasión que anida, justamente, al dirigirse al Otro en busca de colmar esa falta-en-ser. Se trata de pasiones referidas a la alienación al Otro.

Pero sobre el final de su enseñanza, cuando el sujeto es definido como parlêtre, retomará las pasiones como “pasiones del alma”, pasiones del “a” referidas a la separación del Otro.

Podemos hacer un largo listado de pasiones: las pasiones del ser: amor, odio(odioamoramiento), ignorancia, indiferencia.

A las pasiones del alma o las pasiones del “a” J.A. Miller las reunió simplificando los términos de la lista que figuran en Televisión: la tristeza, la manía, el gay savoir, la felicidad, el tedio, el mal humor. Podríamos agregar cólera, indignación.

Recibimos en nuestros consultorios a niños y jóvenes apasionados. En la experiencia del análisis bajo transferencia ponen en juego sus temas apasionados y también, en ciertos casos, la falta de pasión que atraviesa su acontecer, o apasionadamente tristes, como leeremos en el trabajo de Etel Stoisa.

Niños amados, odiados, ignorados, violentados, deseados o no.

Pero también niños y jóvenes que aman demasiado, que odian, que se “hacen odiar”, niños coléricos, indignados, malhumorados, que Marcela Errecondo ubica con precisión en pequeñas viñetas.

La época nos interpela. La intolerancia hacia los modos de goce del Otro está a la orden del día. Lo abordan las ficciones cinematográficas, como lo plantea Graciela Giraldi en su aporte.

Los modos particulares en que el odio, el amor y la violencia, la segregación, se erigen en tópicos ineludibles ante los cuales los analistas nos confrontamos.

Los nombres de lo disruptivo no se hacen esperar: el bullying, el cyber bullying, maltratos intrafamiliares, abandonos, etc.

¿Cómo se ubica el analista ante estas presentaciones en los niños y jóvenes? Silvia Perassi propone algunas precisiones acerca de la dirección de la cura en casos de presentaciones apasionadas en la época.

El caso que nos trae Darío Calderón muestra cómo a partir de la operación del analista, una pasión jugada en transferencia se va tramitando en la experiencia del análisis. Angélica Marchesini aporta sus reflexiones acerca de las condiciones que intervienen para que anide en un niño el amor a “Un cuerpo”.

Agradecemos a los autores que con entusiasmo han respondido a la propuesta de este número aportando sus escritos para esta ocasión y que ahora invitamos a recorrer y disfrutar de su lectura.

Susana Goldber