EL INCONSCIENTE EN LOS NIÑOS
_Ricardo Seldes

La cuestión es saber, en relación con el niño,
cuando los poderes compiten entre sí,
de qué significantes-amo será marcado
J-A.Miller - El niño y el saber

Los psicoanalistas lacanianos en el debate contemporáneo

Nuestros amigos en Europa nos han preguntado por la ley argentina que establece el derecho de las personas a la IDENTIDAD DE GÉNERO, ley innovadora estudiada más allá de nuestras fronteras. El espíritu de la ley 26.743 es ir en contra de los cánones sociales y religiosos, históricamente instituidos, para proteger a la población Trans especialmente indefensa.

La ley facilita el acceso, en lo real del organismo, a tratamientos quirúrgicos u hormonales sin la intervención previa de ningún abogado, médico o profesional. En lo simbólico otorga la posibilidad de elegir sexo y nombre, de modificar los datos filiatorios. En lo imaginario defiende la libre elección de las vestimentas, modo de hablar y modales, entre otros. Promulgada en 2012, en su artículo 13, de aplicación, indica la base de legalidad moral sobre el respeto al derecho humano de ejercer la identidad, principio fundamental e irrenunciable para un país como el nuestro donde los derechos fueron sistemáticamente avasallados durante el siglo XX, y reconquistados a fuerza de luchas y de pérdidas importantes.

Esta convergencia del Derecho y las innovaciones técnico-científicas, autorizan, permiten lo nuevo, multiplican los nuevos montajes jurídicos para maximizar el bienestar de los individuos. El único freno es el ocasional malestar que esas innovaciones causarían a otros individuos. De allí la necesaria aparición de los comités de ética que intentan evitar los excesos que en repetidas ocasiones atentan contra la supervivencia de la especie humana. ¿Concierne a los psicoanalistas debatir este tema?

 

La inhumanidad de las leyes

Asistimos durante el último año, y un poco más, a la espera desesperada y compartida de una solución científica al problema covid, que ha puesto en juego enorme cantidad de vidas y riesgos inusitados a la salud y la supervivencia de los humanos, más allá de cualquier especulación por sus causas. Ansiamos ese progreso de la ciencia.

Sin embargo, hay otras cuestiones en las que ha intervenido la alianza entre el saber científico y las legislaciones, que apuntan a ignorar (negar o forcluir) lo que para los psicoanalistas es el tesoro mejor trabajado: el inconsciente.

La ley conocida como de identidad de género, toca un tema muy sensible: los derechos de la infancia. La ley es para todos y en tanto tal es inhumana por estructura porque descuida lo particular. Nos preguntamos cómo es posible que haya una ley que promueve un malentendido en donde se afirma la escucha de la voluntad, en particular de los niños, completamente a expensas de la interpretación, del desciframiento del inconsciente.

¿Cómo se adviene a definir un tema tan espinoso como el de la identidad, en particular en niños y adolescentes cuando sabemos que son momentos en la vida de los sujetos en los que dicha identidad se encuentra en un work-in-progress? Una pregunta compleja en un país en donde ocurrieron terribles apropiaciones ilegales de niños y en muchos casos, afortunadamente, reintegrados a sus verdaderas familias. Aún más, en la vida adulta muchos sujetos se siguen preguntando y angustiando por su ubicación de un lado o del otro de la sexuación, y suele ser motivo de consulta, de inicio de muchos análisis y constituir el síntoma fundamental en algunos individuos.

¿Acaso es tan sencillo captar cuáles son las identificaciones inconscientes que nutren y complican la identidad de cada ser parlante? ¿No precisamos años de trabajo psicoanalítico para que esas identificaciones se separen de la modalidad de goce, de las elecciones de amor que el fantasma segrega y sostiene? Desde esta perspectiva, es muy difícil acompañar ciegamente la lógica de una ley que quiera dar una respuesta universal tan tajante y decidida ante un problema que se demuestra imposible o dificultoso para todo sujeto parlante, el impasse de la sexualidad. El psicoanálisis ha descubierto que las identificaciones se refieren al Otro y dependen del grado de consistencia o inconsistencia de ese Otro que sostiene los discursos y sus consecuencias.

 

Interpretar el inconsciente

Si bien una sociedad de derecho es lo que precisamos para que los sujetos puedan encausar sus deseos y encontrar los medios de satisfacer sus pulsiones de modo no sufriente para sí y para los otros, suponer que la ley unida a los avances científicos (hormonización, cirugías, etc) pueda ahorrarles las preguntas, las tribulaciones de confrontarse con la relatividad de las identificaciones, ya es harina de otro costal. Como ha señalado J-A.Miller "la identificación es una identidad de semblante"[1]. Desconocer este principio es obligar a un niño o a un adolescente a comprometer el resto de su vida por lo que calificamos como salida al desconcierto contemporáneo.

Las leyes son las que aseguran la igualdad y la posibilidad de realizar lo que no está prohibido, pero si se ubican del lado del superyó exigirán un goce imposible. Hay una verdad evidente desde Freud: nadie sabe lo que dice porque está el inconsciente, nadie sabe lo que desea, porque está el lenguaje, nadie puede captar su goce porque lalengua misma es la que lo empuja a decir y a hacer para fines autoeróticos que no siempre obran para el "bien" del sujeto. Para captar los pensamientos inconscientes es preciso su interpretación. Esto también nos autoriza a sostener una posición decidida de no alentar a nadie, y menos a un niño, a tomar una decisión tan fulminante como esa, ni aún la menos grave, la de hormonización porque sus efectos suelen ser irreversibles.

Lo que Lacan llamó sinthome es un circuito de repeticiones, un ciclo de saber-goce que se desencadena a partir de un acontecimiento de cuerpo, es decir, la percusión de un cuerpo por un significante. En el que llamamos niño, tenemos la suerte de poder intervenir antes de que los efectos de retroacción de esta percusión hayan tomado la forma de un ciclo definitivamente estabilizado, e incluso si lo es, queda un margen que aún permite orientar el ciclo del sinthome, para que el sujeto pueda encontrar allí para él, bajo medida, orden y seguridad.[2]

 

La forclusión de la interpretación del sujeto del inconsciente

¿Por qué esta ley insiste tanto sobre los jueces si es una verdad de perogrullo que las leyes deben ser humanizadas por los jueces para que no sean una ley de hierro? Sería muy extraño aunque no imposible, que los jueces deban cuidar a los niños de ciertas ideas de sus padres, la ley los llama responsables, que en nombre del amor y de hacer el bien a sus hijos, de realizar sus supuestos deseos no les den el tiempo necesario para tomar esas decisiones. La lengua unívoca es el ideal de la era científica.

El apuro de esta sociedad de la inmediatez no da tregua a los niños para dejarlos asumir su posición de sujetos responsables y permitirles hacer el camino de vérselas con sus angustias, sus vacíos, atravesar sus preguntas, sus caprichos, su ubicación ante lalengua que los toca y de la que el inconsciente como intérprete es equívoco dominante. No alcanza con el "yo soy" o "quiero ser del otro sexo". No se trata de rendir las armas ante los callejones sin salida de la sexualidad porque exigen del psicoanálisis su interpretación.

Una ley que defiende los derechos de los individuos siempre es buena y si se trata de defender los derechos de los niños es aún mejor en un mundo globalizado en donde hay organizaciones oscuras que se ponen al servicio de perversos y se mueven en la deep web para gozar y hacer gozar a los infantes sin el entendimiento suficiente.

El corazón de la operación analítica apunta a la relación con el cuerpo, a los acontecimientos de cuerpo, que son imperceptibles, tenues: es allí donde opera el psicoanálisis. Quienes están en la vanguardia de escuchar psicoanalíticamente a niños que consultan por su identidad de género, los colegas del Observatorio Género, biopolítica y transexualidad de la FAPOL[3] por ejemplo, han advertido "que la imagen del sexo funciona como un intento de solución, a veces lograda, a veces fallida. Pero los sujetos apelan a esto, la imagen del sexo les permite hacerse un cuerpo y se presenta la cirugía como promesa de alivio al sufrimiento de quien dice pertenecer a un sexo al que su cuerpo no corresponde."

 

Por lo tanto

Ante el sufrimiento de todo infante, de todo adolescente y sus familias, la escucha del sujeto es legítima y la lectura del inconsciente es indispensable. No querer conocer ninguna singularidad, ni las circunstancias del problema, ni los detalles del cuestionamiento, ese "no querer saber" no es del orden de la represión sino de la forclusión.

Hablar exclusivamente en nombre de la ley y de las oportunidades técnico-científicas que lucran con este sufrimiento, sería el signo de un goce paranoico. Debemos continuar este debate en tanto contamos con el para-todos del derecho pero también con los jueces que son sus intérpretes, También existen el inconsciente, los psicoanalistas y los mismos analizantes, que pueden hacerse sus intérpretes.

NOTAS

  1. Miller, J-A y Laurent, E - El Otro que no existe y sus comités de ética - Paidós 2005 pág. 73
  2. Miller, J-A - El niño y el saber - Presentación del tema de la segunda Jornada de estudio del Institut Psychanalytique de l'Enfant.
  3. https://fapol.org/observatorios/genero-biopolitica-y-transexualidad/