SEXUACIÓN SINTOMÁTICA
_Esthela Solano-Suárez

Siguiendo los dichos de esos pacientes rastreados por Freud, este logró dilucidar los síntomas que padecían, descubriendo así el entretejido de significantes que se anudan entre sí, entrelazándose con las primeras experiencias sexuales infantiles.

Es en este punto donde Lacan vendrá a aclarar el nudo del síntoma, lo sexual y lo inconsciente en el niño.

En su Conferencia de Ginebra sobre el síntoma[1] Lacan indica que, para los hablantes, muy temprano, se producirá el encuentro de las palabras con el cuerpo. Las palabras son las palabras de lalengua, esas con las que el sujeto ha sido hablado, la lengua materna, que dejará una primera huella que afecta al cuerpo[2]. No importa en qué lalengua sea, "una palabra es equívoca[3]. Esos equívocos introducen una desarmonía, no sin que el cuerpo se vea allí afectado por estos efectos. Lalengua introduce en el cuerpo una afectación solipsista, sin Otro.

Es en la forma en que el lenguaje ha sido hablado y también entendido para tal y cual, en su particularidad y agrega Lacan, que entonces algo surgirá en los sueños, los lapsus, porque es "en este materialismo donde reside el amarradero del inconsciente"[4].

Lacan utiliza la metáfora del cuerpo como un colador "a través del cual se cuela el agua del lenguaje para dejar algo en el proceso, unos detritos con los que jugará, con los que tendrá que arreglárselas, (…) escombros que, tarde, porque es prematuro, se sumarán los problemas que lo atemorizarán"[5].

Lo que va a atemorizar al niño es "el encuentro con la realidad sexual"[6]. Lacan indica que es descubierto por el niño ante todo en su propio cuerpo y utiliza el ejemplo del pequeño Hans para señalar que su Wiwimacher, que llama así "porque no encontró otra forma de llamarlo" y que le causó turbaciones, introduciéndose bajo la forma de la especie de "un primer goce"[7] ciertamente, de sus primeras erecciones.

Si bien este encuentro traumático se manifiesta en el mismo cuerpo del niño, sin intervención de otro cuerpo, Lacan indica que esta cuestión no es para el niño un goce autoerótico, sino un goce "hétero". No entiende nada, no encuentra sentido a lo que le pasa, por eso Hans lo plasmará en objetos externos "a saber, un caballo que piafa, que patalea, se vuelca, cae por el suelo"[8]. Es el momento donde el niño hace la coalescencia de esta realidad sexual extraña, fuera de sentido y del lenguaje. "El síntoma da testimonio de una solución singular a este encuentro tan inquietante, y el inconsciente da testimonio de una invención (…) que está ligada al encuentro que ciertos seres tienen con su propia erección"[9].

Esta configuración "troumatica"(troumatique) se impone al niño a partir de lo real sexual, que se especifica para el ser hablante a partir de la no escritura de una ley instintiva que sabría orientarla "naturalmente" en los asuntos sexuales.

Hemos evocado aquí con Lacan el caso del pequeño Hans. Leamos ahora otro caso de Freud, el del Hombre de las ratas, qué pasó para él en el momento de su encuentro con la realidad sexual.

Este hombre joven, de formación universitaria, va a consultar a Freud porque sufre de obsesiones desde su infancia, y particularmente desde sus cuatro años. Su vida sexual en la edad adulta es bastante pobre, sin embargo, desde la segunda sesión afirma claramente "Mi vida sexual empezó muy temprano"[10]. Relata una escena de su cuarto o quinto año mientras su joven niñera yacía escasamente vestida en un sofá[11] leyendo. El niño le pide permiso para deslizarse bajo sus faldas, ella consiente en eso con la condición de que no se lo diga a nadie. "No tenía casi nada encima; siento sus genitales y su estómago, lo que me parece 'curioso'"[12]. El paciente agrega "Desde entonces no he dejado de atormentarme por una ardiente curiosidad de mirar los cuerpos de las mujeres"[13].

Esta secuencia nos muestra a un niño tomando la iniciativa con una joven de su entorno que no es pariente de él. Desde muy temprano, está orientado hacia el objeto femenino exogámico, no incestuoso. No dice haber mirado el vientre y las partes genitales de la joven. Las ha tanteado. A esto le seguirá el tormento de "una ardiente curiosidad por mirar el cuerpo de las mujeres" hasta el punto que esperaba con tensión e impaciencia el momento en que la señorita se iba a desvestir para bañarse con los niños. Tras la marcha de esta niñera, repetirá la experiencia con la que le seguirá, tan complaciente como la primera.

El Hombre de las ratas agrega haber "sufrido erecciones" desde los seis años, edad a partir de la cual sus recuerdos son más precisos. Recuerda haber ido a buscar a su madre para quejarse, no sin tener que superar algunos escrúpulos porque sospechaba que sus erecciones estaban relacionadas con "mis representaciones y mi curiosidad"[14], dice con precisión.

El pequeño seductor juega su partida no con un cuerpo de niña, hermana o amiguita, sino con Otro cuerpo, sexuado de otro modo. La exploración tanteando de este otro cuerpo lo impresiona extrañamente. A lo que le sigue el deseo ardiente de ver mujeres desnudas.

Esta pequeña secuencia cobra todo su significado si tenemos en cuenta que en principio no miró, sino que tocó el vientre y los genitales de su niñera y que, en un segundo tiempo, se impuso sobre él el deseo de mirar los cuerpos de las mujeres. Podemos hacer la hipótesis de que, habiendo sido confrontado con el agujero indexado por el Otro cuerpo, la mirada llega a modo de fantasía para inscribir, en este hetero lugar, un sentido gozado. En esto, el pequeño Ernesto resulta estar, con respecto al Otro sexo, en la posición del hombre, dado lo que está abordando ahora, el lugar de la mujer "es la causa de su deseo bajo la especie del objeto pequeño a"[15]. Así, como lo recuerda Lacan "del lado macho el objeto (…) se pone en el lugar del partenaire que falta", llenando con el fantasma el agujero del Otro, radicalmente Otro en tanto que real.

La excitación sexual, como él dice muy bien, está en relación a sus representaciones fantasmáticas, bajo la especie de objeto a-sexuado, la mirada en la ocasión, que es "el soporte sustituto, el sustituto del Otro bajo la forma del objeto del deseo…"[16]. En este contexto el niño preso de sus erecciones, y sin saber que están relacionadas con su fantasma, se quejará con su madre para que ella lo consuele. Este fenómeno corporal lo agobiaba, sobre todo porque la angustia estaba presente acompañada de un sentimiento de "inquietante extrañeza"[17] cada vez que pensaba en mirar mujeres desnudas. Un miedo inquietante de que algo terrible pueda suceder si se entrega a estos pensamientos, ahora lo obliga a hacer lo que sea necesario para detenerse.

El paciente piensa que ese fue el momento en que comenzó su enfermedad. Freud escribe que se trata más bien de su propia enfermedad, incluso "el núcleo y el modelo de su posterior neurosis, un organismo elemental en cierto modo, del que sólo el estudio puede permitirnos comprender la organización de la enfermedad actual"[18].

Esta neurosis infantil saca a relucir el núcleo traumático del encuentro con la realidad sexual, la posterior formación del fantasma incrustado en el síntoma del pensamiento, cuyo doloroso afecto le obliga a actuar en defensa.

Llegado a este punto, surge para mí, la consideración consistente en suponer que la asunción de una posición sexual es una invención, incluso una defensa, con respecto a lo real de la intromisión sexual, durante el encuentro del niño con la realidad sexual.

Traducción: Alicia Marta Dellepiane

NOTAS

  1. Lacan J., Conférence à Genève sur le symptôme, texte établit par J.-A. Miller, La Cause du désir n° 95, Navarin Éditeur, 2017. [En español, «Conferencia en Ginebra sobre el síntoma", Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1991].
  2. Ibidem, page 12. [En español Ibidem, p. 124]
  3. Ibidem [En español ibidem, p. 125]
  4. Ibidem, page 13. [En español ibidem, p. 126]
  5. Ibidem, page 14. [En español ibidem, p. 129]
  6. Ibidem, page 13. [En español ibidem, p. 126]
  7. Ibidem [En español ibidem, p. 127]
  8. Ibidem [En español ibidem, p. 128]
  9. Ibidem [En español ibidem, p. 128]
  10. Freud S., L'Homme aux rats, Cinq psychanalyses, PUF, 1972, page 202 et suivantes. [En español, Freud S. "A propósito de un caso de neurosis obsesiva (caso del 'Hombre de las Ratas')", (1909), Amorrortu editores, O. C. tomo X, Buenos Aires, 1986, p. 128].
  11. La referencia no figura en el original [N de T].
  12. Freud S., L'Homme aux rats, Journal d'une analyse, PUF, 1974, page 35. Dans le texte du Journal, Elza Ribeiro Hawelka traduit par « curieux » le mot « curios » écrit par Freud entre guillemets, mot étranger prononcé par le patient. Le texte produit par Marie Bonaparte et M. Loewenstein nous propose « singulier » à la place de « curieux ». Il me semble que le mot « curios » est plus à même d'exprimer l'étrangeté de ce à quoi l'enfant avait à faire. [En el texto de la revista, Elza Ribeiro Hawelka traduce como "curioso" la palabra "curiosidad" escrita por Freud entre comillas, palabra extranjera pronunciada por el paciente. El texto producido por Marie Bonaparte y M. Loewenstein sugiere "singular" en lugar de "curioso". Me parece que la palabra "curiosidad" es más apropiada para expresar la extrañeza de eso que el niño debió sentir.]
  13. Ibidem [En español ibidem, p. 129]
  14. Ibidem, page 39. [En español ibidem, p. 130]
  15. Lacan J. Le Séminaire Livre XX, Encore, texte établit par J.-A. Miller, Seuil, 1975, page 67-68 [En español El Seminario Libro XX, Aun, texto establecido por J.-A. Miller, Paidós, 1991]
  16. Ibidem, page 115. [En español ibidem].
  17. Unheimlich en allemand, Freud S., L'Homme aux rats, Op. Cité, page 204. [Unheimlich en alemán, Freud, El hombre de las Ratas, op. cit.]
  18. Ibidem, page 204. [En español ibidem].