"El niño como real del delirio familiar" es un texto de Eric Laurent en el que trabaja la posición del analista a su vez que señala como la hipermodernidad incide sobre los significantes en todos los dominios de la cultura revelando el carácter de ficción de los lazos familiares y de los lazos sociales. Tomando en cuenta el capitalismo y la ciencia, vemos "proliferar un entrelazamiento de formas y lazos nuevos" y el ofrecimiento de soluciones y promesas de todo orden "ofreciendo un campo nuevo a las concepciones más o menos delirantes de los padres en cuanto a lo que esperan de un hijo" A partir de un caso que llegó al equipo de psicología de un Hospital de Alta Complejidad, de referencia e investigación de Belo Horizonte, se pudo constatar como los integrantes de un equipo médico responden a las ofertas de la tecnología y de la ciencia participando de esas concepciones más o menos delirantes identificadas en el discurso de los padres en relación al niño que nasce.
"¡que surja pues hermafrodita, a ver qué!, afirma Lacan en 1961, en Observación sobre el informe de Daniel Lagache.
En Brasil, un niño sin sexo definido no puede ser registrado en el Registro Civil y no puede obtener un nombre oficial, ni derechos tales como recibir la ayuda gubernamental prevista por ley: inclusión en el salario-familia por ejemplo. La definición del sexo es lo que pone fin a esa situación donde el niño permanece en suspenso: existe pero sin una definición sexual no hay registro posible.
¿Es niño o niña? No se puede decir, aún. Una criatura fue evaluada y el dictamen, que debería dar una definición, inscribió sin embargo la ambigüedad. "Presencia de cavidad uterina y ovario. El canal de la uretra se sitúa en la porción inferior a lo que debería sr la abertura de la vagina (que se encuentra cerrada), sin embargo, el niño también posee un testículo no funcional en la cavidad abdominal y un clítoris bastante desarrollado (de 2,5 cm más o menos) llamado pseudo-falo. Los labios mayores tampoco están bien formados. Se trata de un caso de hermafrodismo verdadero"
La cirugía más recomendada para los casos de ambigüedad sexual es la definición por el sexo femenino. Es menos compleja en términos quirúrgicos y, por lo tanto, con menor riesgo de vida para el niño. Los avances de la ciencia en relación a otros recursos que hacen a la definición del sexo, tales como el cariotipo genético (xx o xy) o niveles hormonales también inciden para definir cuál es la corrección quirúrgica que podrá ser elegida en el caso de malformación de los órganos sexuales.
Frente a tales avances, un caso declarado como hermafrodismo verdadero, dado por el Hospital de referencia para estos casos, que además en décadas de investigación y experiencia jamás dio tal diagnóstico, trae un plus que amplía el abanico de ambigüedad a ser sustentado por la familia que espera la cirugía. El adjetivo "verdadero" sumado al diagnóstico de hermafroditismo abre, por parte del equipo de cirugía, la oferta que se podría "hacer cualquier cosa: niña o niño". Oferta que el padre toma respondiendo con la lógica simplista de que ya teniendo una hija sería bueno que fuese varón. Así queda definido para el padre el sexo del niño. A partir de la promesa del equipo de cirugía, la valoración de los demás equipos (genética y endocrinología) pasa a no tener valor para el padre que se aferra a su elección garantizada por los médicos. El padre le da un nombre masculino al niño, sin embargo, frente al cariotipo XX dado por el otro equipo, otros familiares lo tratan como niña. La madre crea una versión que llama de "neutra".
La burocracia se apoya en la división familiar y la cirugía va siendo postergada. Luego de dos años de espera el padre se enoja con el Hospital y exige la promesa hecha. Una nueva evaluación y la vacilación de los médicos en cuanto a cual sexo definir para el niño trastornan al padre.
La posición del equipo de psicología en un Hospital General es, comúnmente, designada o asociada a una posición complementaria a la del equipo médico especializado. Se ocupa de los embrollos e interpelaciones que el equipo médico pretende evitar. Generalmente los casos derivados para el Servicio de Psicología son aquellos en que los médicos se chocan con un obstáculo para dar continuidad a sus intervenciones. En este caso, el servicio de psicología que fue convocado por el equipo de cirugía para intervenir sobre esta situación que mostro toda su complejidad, contaba con un supervisor orientado por el psicoanálisis.
El caso es paradigmático de los impasses generados en la hipermodernidad y trabaja el tratamiento dado a la situación al interrogar la posición de los diversos actores en juego. La madre, frágil y llorosa, se agarra al riesgo de las cirugías para el niño. El padre, por su lado, se afirmó en que sería un niño y desde allí, trató a su hijo como tal. La solución paterna para las ambigüedades de la genitalidad se consolidó durante los dos años de espera de la cirugía.
La psicoanalista destaca el significante del diagnóstico médico -"hermafroditismo verdadero"- y lo confronta con el término "ambigüedad" durante una entrevista familiar. El padre, entonces argumenta: "¿Por qué esta historia ahora? Nadie me dijo que era una niña. Mire: es un niño!" La psicoanalista se dirige al niño y le pregunta su nombre pero no responde haciendo silencio frente a los padres. No acepta el juego propuesto de adivinar el nombre de figuras. Acurruca su cuerpo en el regazo de sus padres cuando escucha al padre insistir: "Dile a la doctora tu nombre: es Rafa! Es Fael! Decile!" el niño sostiene el silencio unos segundos, sonríe mirando al padre y dice: "Fael"
Se combina una nueva reunión con el equipo médico. Se propone un nuevo estudio de los exámenes, de la historia y un examen clínico del niño, que sería realizado en presencia de los padres. Se convoca a la psicóloga para acompañar la explicación de los médicos a los padres del niño como si habría una dificultad para entender de parte de ellos, disminuyendo el valor de la oferta del cirujano.
El diagnóstico de hermafroditismo puro o verdadero es reafirmado. Se dice que el niño posee un testículo en la cavidad abdominal, probablemente sin respuesta funcional, posee también útero, ovario, y un clítoris desarrollado. Se muestra al padre el canal de la uretra, que se encuentra conforme al de una niña, pues no pasa por el interior de lo que el padre supone ser el pene del niño. El médico le afirma al padre que el niño probablemente no orina parado. El padre confiesa entonces no haber percibido nunca ese detalle. El equipo indica la cirugía cualquiera sea la elección de los padres en cuanto a la definición sexual. El padre presenta una vez más sus argumentos: "Me dijeron que se podía hacer un niño, yo quiero que sea un niño. Para mi está decidido! Quiero que se haga el niño. Lo crie como niño. Todos en mi barrio conocen a Rafael, como niño". Los médicos les explican que, en ese caso, el proceso es más complejo: sería necesario por lo menos tres cirugías para realizar la migración del canal de la uretra para el pseudofalo; luego, será necesario realizar otra operación para retirar el útero y el ovario, bajar el testículo hacia una bolsa escrotal confeccionada quirúrgicamente, estimular con hormonas masculinas para ver si el neopene puede crecer un poco. El resultado, sin embargo, no será como el de un niño normal. El neopene será pequeño y poco funcional sexualmente, el niño será estéril.
"No importa" objeta el padre. Los otros médicos lo alertan que la diferencia con un niño normal será grande y visible. Igualmente, el padre aún se muestra irreductible: "Haga el niño, hay hombres que tienen el pito pequeño. Qué importa. Si se volvería una niña ahora, nos tendríamos que mudar para otro barrio, porque todo el mundo sabe que él es um niño. ¿De golpe se transformó en una niña? ¿Cómo es posible?"(...)" Quiero que se haga un niño. Fue eso que prometieron. No importa el tamaño del pene, no importa si va a tener relaciones o no –eso se resuelve después-, si va tener hijos o no, hay gente que no tiene hijos."
Frente al desafío en juego, sería la primera vez que estas cirugías se realizar en el hospital. Aliado a la obstinación del padre, el equipo médico se inclina hacia la transformación en genitales masculinos. En la decisión vislumbrada pesa la intransigencia del padre y la maleabilidad de la madre quien expresa que solo desea lo que sea mejor para el niño. La psicoanalista interroga al equipo médico: "¿Uds. creen que lo mejor para el niño es la intransigencia del padre?". Endocrinología sugiere esperar un poco más para verificar la prevalencia de las hormonas con el desarrollo físico. Por otro lado se interroga sobre los efectos sobre el niño de esa espera. En ese momento, la psicoanalista interroga: "¿creen que la cirugía o la hormonización puede crear el niño que quiere el padre?"
Estas dos puntuaciones dividen las opiniones de los presentes. Se decide entonces, consultar a un experto cirujano, catedrático de la universidad, respecto de la duda que comenzó a dividir al equipo médico. La recopilación de la historia del niño para instruir a este cirujano trajo a luz la presencia de cromosomas XX. Pero nuevamente otros exámenes afirmaron que la opción "niño" llevaría a un resultado considerado razonable. La cirugía se dispone entonces a realizar cualquier opción y se la condiciona a un consenso de los padres. Para los médicos, la psicología entraría en acción para promover ese consenso. El equipo de psicología oferta la palabra a los padres y principalmente al niño, pues se confirma que el niño ya con tres años jamás fue escuchado.
Retomando el texto de Laurent destacamos: "Ahora bien, sean las ficciones jurídicas, sean las ficciones científicas, todo ello nunca podrá dar cuenta del punto de real de lo que es el origen subjetivo de cada uno. O sea, la malformación del deseo del cual cada uno proviene; no la malformación genética, sino la malformación de lo que fue el encuentro fallido entre los deseos que a cada uno de nosotros nos propulsó al mundo (...) el niño nunca podrá descifrar este código extraño del cual proviene, revelándose entonces por lo que es: un obstáculo para la familia y sus ideales. De la misma manera que el Padre Ideal es el padre muerto, la familia ideal es una familia sin niños… Cuando el niño aparece, el círculo de familia explota, se fragmenta."
En las primeras entrevistas el padre no se separa del niño. Le saca la gorra y muestra que le pasó la máquina al ras en los cabellos enrulados de Rafael. Cuenta orgullosos que el niño hizo pis parado. Entonces, se vuelve hacia el niño diciendo: "Decile a ella como te llamas. Habla" El niño se contrae.
El padre se incomoda, "Me dieron la chance de escoger y escogí. Ahora, dan a entender que el engaño fue solo mío. Yo llevo a este niño a jugar a la pelota, va al bar en el barrio conmigo, nos bañamos juntos. No hago eso con mis hijas". La psicoanalista le esclarece que los médicos están cautelosos porque las cirugías no son tan simples como cree. Tal vez el niño que él cree que la cirugía hará, hoy, en el futuro no llegue a volverse un hombre en todos los sentidos.
La psicoanalista acoge la desconfianza del padre en relación a las buenas intenciones del Otro hospitalario. Entonces, ¿qué hace la psicoanalista en el control de este caso? Protege al niño en su derecho como sujeto. En esta orientación pregunta al equipo del hospital: ¿qué dice el niño –Fael- de lo que pasa con él? Como objeto, el niño permanece infans, o sea sin palabras. Como sujeto, le es restituida su relación con el lenguaje, la forma como responde a lo real de la ambigüedad. La distancia entre la disposición anatómica y como el sujeto subjetiva su pertinencia a un sexo puede dar margen a un abanico de articulaciones entre imaginario, simbólico y real.
El padre hace su luto en relación a las promesas del equipo y permite el acceso del niño a las entrevistas con el analista. El niño, cuando toma la palabra, hace surgir la esperada definición. Finalmente dice: "¡Yo siempre supe que era una niña!" La rectificación del padre de la niña se apoyará también en la relación de sus amigos del bar, que le dijeron sin dramas: "Ah! Eso puede pasarle a cualquiera de nosotros. Además, mujer también gusta de futbol"
Traducción: Silvina Rojas
Artículo publicado en la revista del Instituto del Campo Freudiano, La petite Girafe, nº 29, "L'iniducable", título original: Proteger l'enfant du délire familial", Paris: Agalma, abril de 2009. P. 5-10.