EL SUFRIMIENTO EN LOS NIÑOS
_Ana Ruth Najles

Un padre no tiene derecho al respeto, sino al amor, más que si dicho amor, dicho respeto, están per-versamente orientados, es decir, si hace de una mujer el objeto a que causa su deseo. Pero esta una mujer no tiene nada que ver en la cuestión. De lo que ella se ocupa, es de otros objetos a que son los hijos, respecto de los cuales el padre, sin embargo, interviene excepcionalmente, en el mejor de los casos, para mantener en la represión, en el justo medio-Dios/decir, la versión de su propia per-versión. Única garantía de su función de padre, que es la función de síntoma como tal.

J. Lacan,
Seminario RSI, 21/1/75
(inédito)

A partir de esta cita de Lacan, podemos decir que si las mujeres no son perversas es porque su "perversión" es la maternidad. De ahí el estrago estructural madre hijo y, por ende, el sufrimiento en los niños, ya que como bien lo dijo en su momento Jacques Alain Miller (JAM), el niño se sitúa entre la mujer y la madre[1].

Como todo ser hablante, entonces, los niños como cuerpos parlantes, sufren las consecuencias de estar inmersos en el goce por ser hijos de lalengua que los trou-matiza dado que no hay relación sexual para el ser hablante ni un significante para decir su ser de goce S(Ⱥ). Y esto quiere decir que están inmersos desde su llegada al mundo no sólo en el goce fantasmático, sino en el goce fálico y, además, a merced del Otro goce, femenino, o del régimen del goce como tal. A este estado Freud lo denominaría Hilflosigkeit, el desamparo.

De allí que se pueda situar al sinthome como modo de gozar del inconsciente -letra- en tanto el inconsciente nos determina, como afirma Lacan en RSI, como lo que escribe ese desamparo original del trou-matismo. Pero también a los distintos síntomas neuróticos que permiten mantener a raya a la angustia por la vía del drama familiar, el famil al que se refiere Lacan[2]. Por eso se puede decir que el recorrido de un análisis va de los síntomas al sinthome.

Eso significa que no hay prevención posible contra el sufrimiento de los niños. Algunos padecerán más, otros menos, pero ningún ser hablante se libra de ese sufrimiento. También es cierto que la mayoría de los que llegan a nuestra consulta son los que se presentan como síntoma de la pareja parental, ya que 'son los casos más abiertos a nuestra intervención', como lo afirma Lacan[3].

De esto resulta que el niño llega en posición de objeto a liberado del Otro[4]. Pero debemos decir que todo parlêtre llega a la consulta en esa posición. El sujeto se ofrece como objeto para ser amado por el Otro. Esa es la posición estructural para todo ser hablante. Y el neurótico deberá salir de ese lugar en el dispositivo analítico para poder situarse como sujeto responsable de su goce, como cuerpo parlante. Y, por la vía de la construcción de su fantasma en el análisis, de su novela familiar, llegar a confrontarse, finalmente, con su posición de objeto a, lo que le permitirá poder llegar a situar el lugar de lo indecible del goce real -su posición sinthomatica, singular, a la que su neurosis habrá respondido.

Recordemos que el fantasma es siempre perverso, no sólo porque es una versión hacia el padre sino porque intenta hacer gozar al Otro, Otro inventado a partir de una parte del cuerpo: la contingencia corporal -objeto a.

En su "Alocución sobre las psicosis en el niño" Lacan afirma que el analista se opone a "que sea el cuerpo del niño el que responda al objeto a", formulación que podemos hacer extensiva al análisis de cualquier parlêtre, tal como la expresión de Lacan del "niño generalizado" del mismo texto lo atestigua[5].

Esta época caracterizada por el empuje al goce del consumo, a las adicciones -por ejemplo, a los objetos técnicos en los niños- y por el desfallecimiento de significantes amos fuertes, hace pensar que el niño dispone de menos recursos para defenderse del goce y de menos posibilidades de constituirse en síntoma de la pareja parental.

Lo que significa que no se produciría la función del padre residuo que sería aquello que anudaría las dimensiones de lo Simbólico, de lo Imaginario y de lo Real, es decir, la función del sinthome como padre, que no tiene nada que ver con el padre de familia.

Esto es evidente en el aumento del autismo y de las psicosis infantiles, así como en el de las perversiones polimorfas eternizadas, de las inhibiciones y de las fobias al contacto.

Como decía Lacan en esa "Alocución sobre las psicosis en el niño", 'no hay personas mayores', por eso su hipótesis del 'niño generalizado' o 'el niño globalizado'[6] como para dar cuenta de la posición del ser hablante como consumidor consumido por el mercado capitalista. Podemos concluir de allí, que un adulto sería, para Lacan, aquél que ha llegado por un análisis -o por sí mismo como Joyce- a poder arreglárselas con el sinthome, lo que le permite amar, es decir, entrar en el lazo social.

Cuando decimos que un cuerpo parlante es síntoma de la pareja parental, esto no es lo mismo que decir que ese ser hablante padezca por un síntoma. Lo que un analista debe producir en las entrevistas preliminares es que ése que llega en posición de objeto a -liberado- se posicione como sujeto del inconsciente, vale decir, que entre en el discurso del amo o del inconsciente.

Se trata de situar en cada caso, con qué objeto habla ése que habla y dice, por qué habla y no más bien calla. Tal como Lacan afirma, "que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha"[7]. Se trata de situar el lugar de la enunciación para poder cernir el agujero de la referencia.

Respecto de los niños que permanecen en posición de objeto desecho para el Otro, debemos acentuar lo ya dicho sobre el niño generalizado o globalizado y, en primer lugar, tomar en cuenta la insondable decisión del ser que elige la libertad de la psicosis por sobre la alienación al Otro del discurso, para no caer en el error común de muchos practicantes que victimizan a los niños culpabilizando a sus padres o tutores de todos sus males, sin tomar en cuenta la responsabilidad de ese ser en el mal que lo aqueja. Pensemos sino en Joyce o en muchos psicóticos que inventan un sinthome para lidiar con el goce.

No se puede responsabilizar al otro por el goce del Uno, ya que el Uno es lo que hay y a partir de allí se inventará al Otro gozador -ya sea en el fantasma o en lo real.

Lacan afirmó muy tempranamente que para el ser hablante no hay intersubjetividad

Recordemos entonces que si el niño se sitúa al modo de la psicosis realizando, dando cuerpo al objeto del fantasma de la madre, hay certeza y no hay ninguna pregunta. Es decir, no hay dirección al Otro, no hay demanda.

Pero si el niño, como todo parlêtre, viene presentado como objeto tapón del cual se habla, eso no quiere decir que el niño 'realice' el objeto del fantasma materno sino que se puede verificar que éste, si se presenta como objeto es porque está realizando el objeto de su fantasma, no el objeto del fantasma de la madre. El niño, como todo parletre, llega presentándose como el objeto de su fantasma, con su ser: yo soy esto para ser amado por eso. Y aquí toma todo su relieve la frase de Lacan cuando dice que el analista se opone a que sea el cuerpo del niño -el de cualquier parlêtre- el que responde al objeto a…y podemos agregar, de su fantasma, empujándolo a la posición de sujeto del inconsciente.

En el caso del niño síntoma de la pareja parental, el niño es el síntoma del malentendido entre la madre y el padre. La pregunta que se impone entonces es: ¿qué relación tiene esa madre como mujer con ese hombre que es el padre de su hijo? y ¿qué quiere cada uno de ese niño?

Los analistas debemos recordar, entonces, que padre, madre e hijo son significantes de la lengua y que el padre no es el genitor sino que el padre es el significante, y que la madre es un nombre del goce de la mujer… que no existe. Esto nos permite ir más allá del Edipo y apuntar al goce real de cada cuerpo parlante en las curas, ya que hablando del padre y de la madre el sujeto dice siempre algo sobre su goce, real.

No hay que olvidar que sólo hay padre y madre por el fantasma, vale decir, como ficción.

NOTAS

  1. Jacques-Alain Miller, El niño entre la mujer y la madre, Rev. Virtualia #13. Junio/Julio 2005
  2. J. Lacan, Seminario 16, De un Otro al otro, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2008, pág. 268
  3. J. Lacan, 'Nota sobre el niño', en El Analiticón, Ed. Correo/Paradiso, Barcelona, 1987
  4. Id. 2
  5. Estas cuestiones las he trabajado en mis libros: El niño globalizado. Segregación y violencia, Ed. Plural, La Paz, 2000, y en Problemas de aprendizaje y psicoanálisis, Ed. Grama, Buenos Aires, 2008
  6. Id.
  7. J. Lacan,' L'étourdit', Autres Écrits, Ed. Seuil, Paris, 2001.