UNA LECTURA DE LOS NUEVOS MODOS DE HACER FAMILIA
_Adriana Laión

He pensado trabajar tres perspectivas que me van a permitir cernir lo que leemos en nuestra práctica cotidianamente: el neologismo parentalidad; la cuestión del padre, o más ajustadamente con qué tipo de padre nos encontramos hoy; y qué incidencias o efectos se pueden leer en los hijos de este nuevo siglo.

Hemos atravesado a lo largo de la enseñanza de Lacan distintos modos de interpretar a la familia. Estas reconfiguraciones tienen que ver no solo con hechos históricos y sociales, ya que su estructura ha cambiado de manera relevante a partir de la mitad del siglo XX.

Lacan nos recordaba en "Los complejos familiares" que esta crisis sobre la familia fue lo que llevó a Freud a fines del siglo XIX a crear el psicoanálisis que dispersaba el lugar del padre; lo logró situar como una invariante y como un mito del malestar en la cultura. El enlace entre el sujeto, su familia y el psicoanálisis es estrecho; es más, Lacan nos dice que los analizantes solo hablan de eso[1].

¿La familia era o aún continúa siendo una respuesta simbólica a lo real del sexo, por el hecho de que no puede escribirse la relación sexual entre un hombre y una mujer? A falta de poder escribirse simbólicamente la relación hombre-mujer, ¿la familia escribe o escribía la relación padre-madre?

 

La familia residuo

Lacan reconfiguró el discurso analítico para abordar estas nuevas formas de familia. La "Nota sobre el niño" de 1969, es un breve y significativo texto en el que sitúa a la familia como residuo, ya que persiste aún, y denuncia los fracasos con los que se creyó poder reemplazarla. Allí, nos dice Eric Laurent, Lacan ubica a la familia como real donde el goce es lo primero.

Lo real de la familia se encuentra en la particularidad de la función del padre y de la madre, o sea en lo que determina en cada uno el modo de goce con el que van a realizar su función. Daniel Roy[2] nos dice que la familia residuo actual se constituye por la conjunción de dos conjuntos, el de "los padres", dos hablantes, y el de los niños. En la intersección ubica el malentendido y el balbuceo del goce de los cuerpos, cuya transmisión de un deseo no anónimo se da en el mejor de los casos.

En 1968/69 Lacan presenta el reverso del Nombre-del-Padre como garantía. El padre no es más que un sueño del neurótico y la función Nombre-del-Padre puede ser sostenida por otros personajes que el padre de familia. Pero no es una función que surge simplemente de la interdicción, prohibir el incesto. Poner un freno al goce, es posibilitar al sujeto una vía que no sea la de un empuje a gozar mortal, es autorizar una relación fiable con el goce. El padre residuo es una función, su ventaja es que "no define un todo sino un dominio de aplicación"[3], ya que a falta de saber lo que representa un padre, se aborda un agujero y es necesario que una letra ocupe ese lugar para que haya función F(x), que se la distingue del padre de familia. Ser padre es ser uno de los modelos de la función. Es el instrumento que permite mantener juntos R-S-I, es el uno x uno de aquel que se volvió padre.

 

La parentalidad

El texto de M. H. Brousse (M.H.B) "Un neologismo de la actualidad: la parentalidad"[4], produce una lectura que más a la altura de nuestra época que la "Nota sobre el niño", ubica una simetría y una igualdad entre el padre y la madre en lo que concierne al orden familiar. Hay borramiento entre funciones que antes estaban diferenciadas. La parentalidad inscribe una similitud y una equivalencia dónde antes había relación. Se hace así evidente el axioma lacaniano de "no hay relación sexual".

Más allá del borramiento de la diferencia entre la función paterna y la función materna y de la intercambiabilidad de la autoridad y los cuidados, es la diferencia hombre -mujer lo que también se ha tocado.

La familia (parent) es entonces ella misma una función que viene a reemplazar al padre y a la madre, borrando el resto real que aseguraba la diferencia. Lo real de la reproducción se encuentra separado de lo simbólico de la filiación. Para que sea una familia parental es necesario el objeto niño en su doble estatuto objeto a y sujeto de derecho.

M. H. B. dice que en esos términos la parentalidad tiende a anular la diferencia que Lacan ubicaba en el Seminario RSI, dónde situaba un circuito diferente de la relación de respeto y amor de un hijo con su padre que pasa por hacer de una mujer el objeto a causa de su deseo.

Y se pregunta entonces dónde se refugia la diferencia. Se responde que "se situará en función de los modos de goce predominantes y permanentes en el o los padres más que en las identificaciones a los tipos ideales de los sexos".

 

La perè-versión

Quiero poner a conversar el texto de M.H.B con la última conferencia de Eric Laurent en la UBA[5] donde ubica la parentalidad como lo real de la familia y la función del padre como síntoma, instrumento, para tratar el goce mortífero en el que puede estar inmerso un hijo.

Eric Laurent da todo su lugar a la enunciación de Lacan en el seminario RSI, ubicando a la perè-versión paterna a nivel de la particularidad de su goce, de su síntoma, que haga de una mujer única, el objeto a causa de su deseo. Así el padre va a lograr el respeto y el amor de sus hijos. Nos dice, es el padre que encarna el modelo de una función que permite a sus hijos una relación fiable con el goce.

Laurent sitúa que no se trata de pasar del padre sino de ubicar al padre en su existencia particular, insiste no ideal, ni verdadera, ni universal. Es el padre que en acto da acceso a lo real del goce en juego y señala su papel en las familias ensambladas. ¿Cómo alcanza lo real del goce? Con su carisma, es cada uno el que lo puede o no tener, para lo positivo o lo negativo. Si no es el padre de la familia, se encontrará alguien que impacte a la familia. No es necesario que sea el padre carnal.

Mi práctica también me permite inferir que hoy asistimos a lo que ubico como una ausencia o declinación de la respuesta perversa, como causa del impasse que viene sufriendo la posición masculina y el empoderamiento del lugar de la mujer en la civilización. Es en ese punto que me interesa destacar la advertencia de Laurent de las consecuencias que produce en el niño, un efecto psicotizante[6], distinguiéndolo de la psicosis en general. La presencia de niños enloquecidos la escuchamos cada vez más en nuestras consultas, la función del analista encarnando un deseo y localizando un síntoma es fundamental como instrumento de broche en estos casos.

 

Para concluir

Lacan decía en la "Nota sobre el niño" que la constitución subjetiva depende de un deseo que no sea anónimo. Según lo que he desarrollado la función del deseo deja lugar en muchos casos a la función de los modos de goce particulares de cada uno de los padres con las consecuencias en la subjetividad de sus hijos.

La diferencia que buscaba M. H. B la ubicó en ese carisma que es necesario que el niño encuentre en su mundo, que le va a permitir captar un rasgo de goce vivo frente a la ausencia de los S1 de la época y a la presencia de un empuje a gozar mortífero.

Laurent destacaba la perversión paterna y, particularmente en el carisma, la función paradigmática de lo que hace padre en la configuración de los goces de hoy. Sabemos que cualquier parlêtre puede ejercer esa función, es más, se sabe hoy que es menos el padre carnal, aquel del que la mujer tuvo un hijo contingentemente, y más el que el niño adopta o elige.

Los nuevos síntomas de los niños que Laurent describe muy bien son los que leemos en nuestros consultorios a diario. Estos síntomas se refieren a un modo de goce adictivo, en el que se pone de manifiesto el reforzamiento de los circuitos pulsionales y tienen como particularidad que no llaman a ser interpretados. El niño actual no cree en la existencia del Otro, desnuda permanentemente los semblantes denunciando lo real en juego.

Es entonces una apuesta para los analistas que trabajamos con niños ser el instrumento del que el niño se sirva, tomando seriamente su decir, respetando su sufrimiento y acompañándolo en la lectura y tratamiento de su síntoma y su fantasma.

NOTAS

  1. Lacan, J. Hacia un significante nuevo. Colofón 25. Boletín de la FIBOL. Año 2005. p.35
  2. Roy, D. Padres exasperados-niños terribles. Texto de orientación hacia la 7ma Jornada del Instituto del niño. Año 2021. Publicado en español en este número de Rayuela. Disponible en francés: https//institut-enfant.fr/uploads/2021/01/parents_exasperes.pdf
  3. Laurent, Eric. Las nuevas inscripciones del sufrimiento del niño, Revista Enlaces 12. Buenos Aires, 2007.
  4. Brousse, M.H. Un neologismo de la actualidad: la parentalidad. Revista Enlaces 11. ICdeBA. Bs. As. 2006
  5. Laurent, E. "Niños de hoy, parentalidades contemporáneas". Revista Nota de niños 4, Ficciones. Dpto. de Investigación de psicoanálisis con niños CIEC-NRC. Cordoba. Argentina. Año 2020.
  6. Ibíd.